Para moverse, los caracoles hacen una serie compleja de movimientos en forma de onda a lo largo de todo su cuerpo, que los impulsa hacia adelante. La mayor parte del cuerpo de un caracol consiste en un pie grande, por lo que la parte el cuerpo que toca el suelo se conoce como la suela.
A medida que el caracol avanza, el moco sale de una glándula ubicada en la parte delantera del pie y el caracol se mueve a través de esta sustancia pegajosa. El moco reduce la cantidad de fricción que el suelo causa para el caracol, reduciendo el contacto hasta el punto en que un caracol puede arrastrarse a lo largo del borde de un cuchillo y no sufrir cortes. Los estudios que analizan si el moco es un requisito para el movimiento no son concluyentes, pero el moco claramente ayuda a que el movimiento sea más rápido y fácil.
Los diferentes caracoles tienen la capacidad de moverse a diferentes velocidades. Por ejemplo, el caracol romano alcanza velocidades máximas de aproximadamente 2 1/2 pulgadas por minuto, mientras que el caracol de estanque es una de las especies más rápidas, alcanzando velocidades máximas de casi 5 pulgadas por minuto. Los caracoles de vejiga son un grupo de especies de agua dulce que son capaces de alcanzar velocidades de hasta 8 pulgadas por minuto.