Los caimanes en realidad no respiran bajo el agua. Aunque pueden permanecer sumergidos durante largos períodos de tiempo, eventualmente deben salir a la superficie para respirar a través de las fosas nasales en sus hocicos largos.
Entre las muchas adaptaciones exitosas que han permitido a los caimanes permanecer prácticamente sin cambios durante miles de años, está la capacidad de permanecer sumergido por más de una hora a la vez. Esta capacidad es ayudada por el corazón del cocodrilo, que se ralentiza cuando el animal se sumerge, lo que permite al cuerpo utilizar el oxígeno de manera más eficiente. No respirar en el agua es esencial para la supervivencia del caimán. De hecho, este gran reptil ha adaptado aletas que se cierran y bloquean la entrada de agua cuando el cocodrilo se sumerge bajo el agua.