Los cefalópodos se mueven usando propulsión a chorro. Ellos controlan su dirección de movimiento ajustando la dirección del embudo de agua que disparan. Los cefalópodos también usan sus brazos para caminar por el fondo del océano, mientras que sus aletas les permiten nadar a través del agua. Algunas especies de cefalópodos también pueden usar su embudo para disparar el agua con suficiente presión para expulsarse del agua.
Los cefalópodos crean propulsión a chorro al sellar todos sus orificios, excepto su embudo, que atrapa el agua dentro del manto. Esto permite que la presión interna en su manto se acumule. Los músculos en las paredes del manto comienzan a contraerse, obligando al agua a salir del embudo. La fuerza producida propulsa al cefalópodo hacia adelante o hacia atrás, dependiendo de la dirección en que gira el embudo. La propulsión a chorro permite que los calamares naden más de 25 millas por hora, lo que los convierte en los invertebrados marinos más rápidos del océano. La velocidad que producen los calamares de esta manera les ayuda a viajar tan rápido como los coyotes, las liebres con raquetas de nieve y las focas leopardo.
Cuando los cefalópodos caminan por el fondo del océano, usan sus retoños para ayudarlos a avanzar. Al nadar, sus aletas ayudan en la propulsión y el equilibrio. Esto es útil cuando se usa propulsión a chorro y en vuelo. Aunque los calamares no tienen plumas ni alas, al tirar agua desde su embudo les permite impulsarse por el aire a distancias de hasta 200 pies a lo largo de la superficie del agua.