Los riñones filtran la sangre a través de un proceso de dos pasos. La sangre primero entra en un filtro llamado glomérulo, donde el exceso de líquidos y productos de desecho se redirigen a la segunda área de filtración, conocida como túbulo. El túbulo extrae cualquier mineral necesario que pase por el primer filtro y lo envía de vuelta al torrente sanguíneo, mientras que el producto final sale del túbulo como orina.
El glomérulo y el túbulo son dos partes de una unidad de filtración más grande llamada nefrona. La nefrona es la unidad de trabajo del riñón. Cada riñón contiene hasta un millón de nefronas, que filtran una combinación de 120 a 150 litros de sangre por día, creando uno o dos cuartos de orina. El glomérulo evita que las moléculas más grandes, como los glóbulos rojos y las proteínas, pasen al túbulo, enviando solo fluidos, productos de desecho y moléculas minerales más pequeñas a la segunda fase del proceso. Una vez que la orina sale de los riñones, pasa a través de un tubo de músculo llamado uréter hacia la vejiga, donde se almacena hasta que la vejiga está llena. Cada hora, todo el suministro de sangre del cuerpo desciende por la arteria renal y pasa a través de los riñones unas 12 veces. Los riñones también ayudan a controlar la presión arterial y regulan el equilibrio de sales y ácidos en el torrente sanguíneo.