Las máquinas de rayos X funcionan generando una corriente eléctrica o voltaje, que luego se proyecta a través de un tubo de rayos X para producir una serie de ondas de rayos X que pasan a través de los objetos o son absorbidos por material. Las máquinas de rayos X producen esencialmente pequeñas cantidades de radiación, que se transmiten a las superficies, como tejidos, huesos y articulaciones. Mientras que algunos rayos pasan a través de estos objetos, otros son absorbidos; este patrón de reflexión y absorción produce una imagen en una película especial de rayos X.
Las máquinas de rayos X están diseñadas para penetrar en las superficies de objetos y materiales más livianos, como la piel y los tejidos blandos. Mientras que las vigas pasan fácilmente a través de estas partes del cuerpo, no son absorbidas por materiales más densos, como el hueso. El reflejo de los rayos X de los objetos densos aparece como áreas de luz en las películas de rayos X, que identifican las estructuras óseas e iluminan el esqueleto.
Este proceso comienza con la generación de electricidad, que ocurre cuando la máquina está encendida. Luego, la energía eléctrica se transporta a través de un tubo de rayos X comprimido, que transforma la energía en múltiples haces de rayos X. Estos haces están altamente concentrados y existen en varios niveles de energía. Los haces con poca energía se bloquean, mientras que los haces de alta energía pasan a través de superficies densas para proporcionar a los técnicos una imagen clara del esqueleto.