Si bien hay algunas variaciones según la tradición, los vampiros generalmente se describen como personas comunes pero con una piel muy pálida que se enrojece con el consumo de sangre. A veces, los labios y la boca de un vampiro Se describen como rojo o ensangrentado. LiveScience explica este aspecto como un efecto normal de la descomposición.
Los mitos de los vampiros se remontan, al menos, a los antiguos griegos, que contaban historias de la diosa Empusa y los striges, que eran criaturas parecidas a pájaros que consumían sangre humana. Estas criaturas del mito se convirtieron en las vrikolakas rumanas; eran horribles y apestosos cadáveres que se ponían rojos y llenos de sangre. Se pensaba que las personas con cabello rojo y ojos grises o que tenían deformidades menores siempre se convertirían en vrikolakas. Los ashanti africanos tenían el ansabosam; estos temerosos cambiaformas con dientes de hierro cazaban niños.
A medida que los mitos de los vampiros se incorporaban a la literatura y los mitos occidentales, el monstruo comenzó a adquirir ciertos rasgos comunes: la piel pálida de los muertos, colmillos que a veces no eran visibles, dientes caninos anormalmente largos y una belleza o encanto peculiar. Su carne fría a veces tenía un olor a tierra o ligeramente putrefacto. Al igual que con los vrikolakas, el vampiro dormido estaba marcado por la sangre, una boca manchada o llena de sangre, por ejemplo. La aparición del vampiro siempre está evolucionando; En obras más modernas de ficción y cine, la apariencia de un vampiro a menudo está marcada por nada más que una piel muy pálida.