La energía cambia de una forma a otra al interactuar con objetos en su entorno que resisten la influencia de esa energía. Al igual que la electricidad que viaja a través de un superconductor, no todas las interacciones resultan en una transformación de energía. Solo aquellas interacciones en las que los objetos resisten la energía de alguna manera resultan en transformaciones de energía, y esa resistencia es literalmente la transformación de esa energía.
Excepto en muy pocas circunstancias, como en un superconductor, todas las interacciones energéticas producen algún tipo de resistencia. El aire es ligeramente resistente al paso de la luz, así como al movimiento de los objetos en él. Sólo unos pocos materiales en condiciones muy específicas no ofrecen cierta resistencia a las corrientes eléctricas. En todos estos casos, esta propiedad se denomina resistencia, ya que estos objetos y sustancias significan que se debe emitir más energía en una ubicación que la energía del mismo tipo que se recibe a cualquier distancia de la fuente. La cantidad de disminución es equivalente a la resistencia del objeto o sustancia.
Un excelente ejemplo es una bombilla incandescente, que funciona mediante resistencia eléctrica. La corriente que viaja a través de los cables a la bombilla experimenta solo una resistencia mínima y poca transformación de energía. Sin embargo, el filamento es mucho más delgado y tiene mucho menos espacio para que viajen los electrones, y el exceso de energía eléctrica no desaparece. En lugar de mover los electrones, su energía excita los átomos del propio filamento, lo que hace que se calienten y emitan luz.