La madera seca se incendia entre aproximadamente 300 grados Fahrenheit y 580 grados Fahrenheit, dependiendo de la especie de madera y la extensión de la descomposición presente, y la madera más cariada es más rápida de encender. La cantidad de humedad en la madera es la mayor influencia sobre la madera que alcanza esta temperatura.
Cuando se aplica calor a un trozo de madera, aumenta gradualmente su temperatura. Alrededor de 212 grados Fahrenheit, el agua presente en la madera comienza a hervir y evaporarse. La mayor parte de la energía térmica aplicada a la madera se destina a calentar el agua hasta que esté completamente seca.
Si la fuente de calor se queda sin energía antes de que se evapore el agua, la madera nunca se incendia. Por lo tanto, la madera debe secarse antes de la ignición. Esta es una de las razones principales por las que las personas dividen la leña como lo hacen. Al abrir el centro del tronco, las fibras de madera, o xilema, están en mayor contacto con el aire. Este aumento en el flujo de aire hace que la madera se seque más rápidamente que si estuviera intacta. Además, las personas a menudo apilan su leña para garantizar que el aire circule a su alrededor y que la madera no absorba el agua del suelo.
