Cuando se mezclan la lejía y el bicarbonato de sodio, se mejoran las propiedades de limpieza de ambos. Por ejemplo, cuando se utilizan bicarbonato de sodio y cloro en la ropa sucia, la ropa sale más limpia y fresca. Esto sucede cuando solo se agrega 1/2 taza de bicarbonato de sodio a una carga típica de lavandería con cloro.
Sin embargo, la lejía definitivamente no debe mezclarse con otros productos comunes del hogar porque se forman gases tóxicos. El amoníaco o sustancias hechas con amoníaco, como el limpiador de ventanas, nunca deben combinarse con lejía. Se liberan gases que causan dificultad para respirar y irritación de garganta, nariz y ojos. Además, el vinagre y la lejía son una pareja peligrosa. El gas de cloro se desarrolla y sus altos niveles son mortales.