En términos científicos, la palabra control significa crear un grupo que experimenta las mismas condiciones que un grupo de prueba durante un estudio, sin estar expuesto al factor experimental o al tratamiento que el grupo de prueba es. Al hacer esto, los científicos pueden reducir la posibilidad de que un factor externo esté produciendo los resultados del experimento que experimentan.
Al realizar pruebas científicas, los científicos no pueden evitar que otros factores influyan en sus resultados. Sin embargo, pueden usar un grupo de control para comprender mejor esos factores. Esto es particularmente importante al estudiar medicamentos y tratamientos médicos, ya que la fisiología de los sujetos de prueba puede afectar los resultados.
Por lo tanto, los científicos necesitan crear dos grupos de personas con características similares que se estén probando en el mismo entorno para medir las influencias externas y analizarlas junto con los efectos potenciales de un tratamiento. Por ejemplo, al probar un medicamento para la diabetes, es posible que deseen tener personas de la misma edad, peso y estado de salud general para asegurarse de que dichos factores no influyan en los efectos del tratamiento. Si hay diferencias notables entre los dos grupos, existe la posibilidad de que el medicamento esté creando la diferencia.
Al usar los factores de control, los científicos pueden asegurarse de que las pruebas sean justas. Otro ejemplo sería hacer un pastel que solo difiera en términos de un ingrediente para ver si causa una reacción alérgica. Si los científicos no mantuvieran todos los otros ingredientes iguales al intentar probar que el ingrediente en el que se enfocan causa la reacción, no podrían decir cuál es la causa.