Aunque el cerumen es naturalmente oloroso para evitar que los insectos entren al canal auditivo, según el Instituto Gallo de Salud y Nutrición, la mala higiene y las infecciones del oído pueden empeorar el olor. El investigador George Preti descubrió que la etnicidad también desempeña un papel.
Preti descubrió que la cerumen en individuos de diferentes razas tiene diferentes cantidades de un compuesto orgánico volátil llamado cerumen. La cantidad de cerumen presente en la cera determina qué tan fuerte o desagradable es el olor. Preti ha atribuido las diferencias naturales en el olfato a un solo gen que también se ha relacionado con el olor de las axilas. Los investigadores de Monell describieron que la cerilla normal olía como pies sudorosos con un aroma fecal acre. La cera está parcialmente compuesta por células muertas, hongos y bacterias, lo que explica el olor. Sin embargo, el olor no debe ser lo suficientemente fuerte como para detectarlo sin insertar un Q-tip en la oreja y luego en la nariz.
Contrariamente a la creencia popular, la limpieza excesiva del oído puede contribuir a que la cera tenga un olor desagradable, según el Instituto Gallo. La limpieza manual interfiere con el proceso de limpieza natural del oído y puede provocar la acumulación de cera en el canal, lo que aumenta la probabilidad de infecciones causadas por el olor. A medida que progresan las infecciones del oído, producen una secreción verde o amarilla con un olor fuerte y desagradable.