Los antifederalistas querían proteger los derechos de los estados y de los individuos. Se opusieron a la adopción de la Constitución de los Estados Unidos porque temían que el gobierno central fuerte creado por la Constitución pudiera volverse corrupto y tiránico. p>
Los antifederalistas admitieron que era necesario cambiar los Artículos de la Confederación, pero creían que la Constitución, tal como estaba escrita en ese momento, amenazaba con crear corrupción política y hacer que el gobierno federal fuera demasiado poderoso. Sus preocupaciones y agitaciones ayudaron a forzar la adición de la Declaración de Derechos.
Quizás los argumentos más poderosos planteados por los antifederalistas fueron los de la falta de protección de las libertades individuales presentes en la Constitución antes de la adición de la Declaración de Derechos. La mayoría de las constituciones estatales de la época habían seguido el modelo establecido por Virginia y habían detallado explícitamente qué derechos individuales no podían ser quitados por el gobierno. Muchas personas de la época pensaron que esto era una gran mejora con respecto a la constitución británica, que se basaba en protecciones no escritas. Los antifederalistas creían que los delegados de la Convención de Filadelfia no habían incluido una declaración de derechos en la Constitución porque querían quitar lo que la gente común había ganado con la Revolución.
Un grupo diverso de personas se consideraban antifederalistas. Entre los defensores más conocidos del movimiento se encontraban Patrick Henry, George Mason, James Winthrop, Samuel Adams y Thomas Paine.