Los satélites meteorológicos se utilizan para medir la cobertura de nubes a diario. Los avances tecnológicos han hecho posible lanzar satélites en el espacio para observar y recopilar datos de nubes desde más allá de la atmósfera de la Tierra. Una alternativa de baja tecnología es usar un espejo esférico, o "espejo del cielo", para medir la cobertura de la nube.
La formación de nubes afecta los patrones meteorológicos diarios y las condiciones climáticas generales en la Tierra. Las nubes proporcionan un mecanismo de enfriamiento para el planeta durante el día, mientras atrapan el calor durante la noche. Estas masas visibles de vapor de agua condensada influyen en gran medida en la cantidad de precipitación que recibe un área, a menudo impulsando el desarrollo de otros fenómenos, como la nieve, las tormentas, el granizo y los tornados. Comprender las formaciones y la cobertura de las nubes es un aspecto crucial en la meteorología.
Los satélites Terra y Aqua de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio, o NASA, recopilan datos de la nube a diario. Estos satélites capturan imágenes en tiempo real, que luego son analizadas por los meteorólogos para hacer predicciones meteorológicas. Los pronósticos climáticos confiables son esenciales para los diversos aspectos de la vida diaria.
La cobertura de la nube también puede ser medida por cualquier observador en la Tierra. Un método habitual es visualizar el cielo como un "pastel" que se divide en ocho partes iguales, con el cenit como el centro del pastel. Cada sección se conoce como "okta", donde un cielo despejado denota 0 octas. Cuando se llenan las 8 octas, se dice que el cielo está nublado.