Los agentes antimicrobianos incluyen una amplia variedad de medicamentos que matan patógenos, agentes que causan enfermedades. Se dirigen a bacterias, hongos, virus y parásitos. Los antibióticos matan las bacterias, los antifúngicos matan los hongos, los antivirales matan los virus y los antiparasitarios matan a los parásitos.
Los antibióticos son los agentes antimicrobianos más conocidos. Incluyen fármacos como la penicilina, la tetraciclina y la azitromicina. La amantadina y el oseltamivir son agentes antivirales útiles contra la influenza, mientras que el aciclovir trata los brotes causados por el virus del herpes. Los medicamentos antifúngicos incluyen miconazol, que trata las infecciones por hongos, y clotrimazol, que trata el pie de atleta. Finalmente, los agentes antiparasitarios incluyen medicamentos como la itazoxanida, que trata los síntomas de infestación con Giardia lamblia.
La resistencia a los antibióticos es una consideración importante en el tratamiento de enfermedades infecciosas, pero se aplica a todos los agentes antimicrobianos. La resistencia ocurre cuando un patógeno cambia y ya no responde a un medicamento antimicrobiano. En otras palabras, un medicamento ya no mata al patógeno previamente susceptible. Las causas de la resistencia incluyen la prescripción inadecuada de medicamentos antimicrobianos y el uso inadecuado de medicamentos antimicrobianos una vez que se recetan.
Un ejemplo de prescripción inapropiada sería escribir una receta de antibióticos para un paciente con una infección viral. Los antibióticos solo son efectivos contra las bacterias, no contra los virus. Un ejemplo de uso indebido sería no terminar un ciclo de antibióticos porque los síntomas de la infección desaparecieron después de unos días.