En la Primera Guerra Mundial, los Poderes Centrales estaban condenados cuando Estados Unidos entró en la guerra, trayendo fondos y soldados ilimitados a los Poderes Aliados. Austria y Alemania, atrapados en el interior con disturbios civiles, no podían esperar derrotar a Estados Unidos también.
El bloqueo británico de los Poderes Centrales había causado graves daños internos, privándolos de suministros y alimentos. El ejército estadounidense ejerció una enorme presión sobre el frente sur que llevó a la rendición de Bulgaria. Con decenas de miles de nuevos soldados y su equipo enviado para aliviar y reforzar a las debilitadas tropas aliadas, los Poderes Centrales no tenían más opción que rendirse.
Además, el discurso de Woodrow Wilson "Catorce puntos de luz" convenció a las potencias centrales de que Estados Unidos ayudaría a forjar la paz, no a rendirse. Desafortunadamente, durante la Conferencia de París, los poderes aliados originales dejaron en claro que su objetivo era castigar a Alemania, no hacerse amigos.