Una lesión cardíaca es cualquier estrés o trauma que se transmite a las paredes internas del corazón, lo que ocasiona daños en los tejidos. Este daño causa inflamación, lo que señala la respuesta inmunitaria del cuerpo. Estas lesiones peligrosas son el precursor de una enfermedad conocida como aterosclerosis.
Según una investigación realizada en los Institutos Nacionales de la Salud, la inflamación desempeña un papel clave en el desarrollo de la placa en el músculo cardíaco. La inflamación causa que los monocitos, liberados durante una respuesta inmune, se adhieran a la lesión. La acumulación de monocitos y otras células crea una placa pegajosa en el corazón. A medida que la sangre fluye a través del corazón, sustancias como las grasas, el colesterol y la fibrina se adhieren a la placa y hacen que la placa crezca.
El crecimiento de la placa hace que las arterias se estrechen y se endurezcan. La condición resultante es la aterosclerosis. La aterosclerosis limita la cantidad de sangre que fluye a través del corazón, lo que puede provocar un ataque cardíaco, un derrame cerebral u otras dolencias. La aterosclerosis también es un importante contribuyente al número de muertes por enfermedades cardiovasculares, que se cobra más de 600,000 vidas cada año, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. Para minimizar el riesgo de aterosclerosis, los CDC recomiendan dejar de fumar, hacer ejercicio y una dieta baja en colesterol, sal y grasa.