El suelo arcilloso se compone de pequeñas partículas que son duras y capaces de compactarse fácilmente. Esta compactación dificulta la siembra o incluso la pala dentro del suelo.
El suelo arcilloso puede sentirse como una maldición para los jardineros y puede ser difícil de plantar, palear o cultivar. Cuando se compacta, es casi imposible romper usando solo fuerza física. Diferentes máquinas pueden proporcionar una mejor opción para labrar y palear el suelo arcilloso. Cuando el suelo de arcilla está mojado, puede ser especialmente difícil trabajar con él porque tiende a adherirse a las manos, a la maquinaria y otras cosas. El suelo arcilloso tiene muchas grietas que pueden contener sales y pueden hacer que las plantas no puedan crecer con éxito.
Si bien puede ser difícil trabajar con tierra arcillosa, puede ser beneficioso en el crecimiento de ciertas plantas. Es capaz de aferrarse mejor a las raíces de las plantas y proporcionar un ambiente más estable que muchos otros tipos de suelo. Su densidad y las grietas pueden ser algo malo para los elementos, como la sal, pero las grietas también proporcionan un lugar para que la nutrición exista de forma pasiva. Puede mantener la nutrición en su espesa humedad que permitirá a las plantas alimentarse de ella.