El desarrollo infantil se refiere a los procesos que un niño humano debe pasar para pasar de ser un bebé dependiente a un adulto independiente. Estos procesos son físicos, psicológicos, emocionales y biológicos.
El aspecto más obvio del desarrollo infantil es el crecimiento físico por el que atraviesa un niño durante las dos primeras décadas de su vida. Cuando nace un bebé, ni siquiera puede levantar la cabeza de forma independiente. Durante el primer año, el niño aprende a apoyar su cabeza, sentarse, gatear y generalmente caminar. Se producen cambios físicos adicionales a lo largo de la infancia, como el aumento de tamaño, pero también cambios en la composición física, como la ampliación de las caderas en las adolescentes.
El desarrollo infantil también implica la maduración de las capacidades cognitivas y la inteligencia emocional. Los niños pasan de ser en su mayoría egocéntricos y dependientes a desarrollar un sentido de empatía y darse cuenta de dónde encajan con la sociedad más grande que los rodea. También aprenden a controlar sus emociones de manera saludable e interactúan dentro de la sociedad con el propósito de sobrevivir y tener compañía. Por ejemplo, un niño pequeño puede haber hecho berrinches cuando las emociones se vuelven abrumadoras, mientras que un niño mayor o adulto puede haber aprendido a expresar sus sentimientos como una alternativa más saludable.