La iconografía general de conejitos y polluelos, particularmente el Conejito de Pascua, asociado a la Pascua, tiene sus raíces en el paganismo y la celebración de la primavera y la fertilidad. Más tarde se incorporó a la tradición cristiana de recordar el día en que Jesucristo resucitó de entre los muertos, que también se celebra en primavera.
Los alemanes precristianos adoraban muchas deidades, una de las cuales era Eostre, la diosa de la primavera y la fertilidad. Su símbolo era el conejo. En el equinoccio vernal, los que adoraban a Eostre celebraron fiestas en su honor y celebraron el regreso de la primavera. Los huevos, los pollitos y los conejos se asociaron a menudo con el renacimiento y la fertilidad y fueron símbolos utilizados durante las celebraciones. A medida que el cristianismo se extendió, la iglesia adoptó las imágenes para hacer que el cristianismo fuera más atractivo para los paganos, a quienes esperaban convertir.
La primera documentación de la leyenda del Conejo de Pascua data de la década de 1500 en Alemania. Para la década de 1700, los alemanes estaban emigrando a las Américas y traían consigo las tradiciones profundamente arraigadas.
