Todas las sequías son causadas en última instancia por la falta de precipitación. Esta reducción de la precipitación no tiene que ser local; las áreas que reciben agua de los ríos, por ejemplo, pueden verse afectadas por la falta de precipitaciones a miles de kilómetros de distancia.
Si bien el clima tiende a seguir patrones y ciclos, las causas de estos patrones se pueden alterar con el tiempo. La Corriente del Golfo, por ejemplo, transporta agua cálida cerca del ecuador al norte, donde calienta la parte occidental del continente europeo. Si la Corriente del Golfo dejó de fluir, partes de Inglaterra y otras áreas podrían recibir menos lluvia, lo que podría causar sequías.
Las sequías son más comunes de lo que mucha gente imagina, y siempre hay sequías en los Estados Unidos. A lo largo de los años, los expertos han aprendido qué áreas son más vulnerables a la sequía y han preparado infraestructura para ayudar a las áreas afectadas por la sequía a obtener el agua que necesitan hasta que las condiciones locales vuelvan a la normalidad.
Sin embargo, es posible que algunas partes del mundo en desarrollo no tengan esta infraestructura, e incluso sequías relativamente menores pueden causar fallas generalizadas en los cultivos y otros problemas potencialmente devastadores. Los expertos preocupados por el calentamiento global señalan la posibilidad de más sequías en áreas particularmente vulnerables y el efecto de cascada que tendrían en la civilización de todo el planeta.