El magma se levanta del manto porque es más flotante que las rocas circundantes. Esto ocurre cuando el gas disuelto en el magma forma burbujas, lo que reduce su densidad y hace que suba bastante. Si el magma encuentra un respiradero, o la presión rompe la corteza, puede alcanzar la superficie.
El material que compone el magma consiste en roca fundida y minerales y gases disueltos. En circunstancias normales, la presión de la roca alrededor de un bolsillo de magma es suficiente para mantener esos elementos disueltos en solución. Sin embargo, si la roca se fractura debido a la actividad tectónica, puede reducir la presión lo suficiente como para permitir que los gases salgan de la solución y formen burbujas. Cuando esto sucede, el magma comienza a ejercer presión hacia arriba cuando trata de alcanzar la superficie.
Si hay un respiradero natural disponible, el magma puede simplemente filtrarse a la superficie en un flujo lento y controlado. Sin embargo, si no hay ventilación disponible, la presión hacia arriba aumenta hasta que el flujo de magma rompe la roca que está encima. Cuando esto ocurre, la liberación repentina de presión puede crear una erupción volcánica. El material llevado a la superficie puede incluso comenzar a construir un cono de ceniza alrededor de la ventilación, produciendo un nuevo volcán.