La germinación de la semilla comienza cuando la primera raíz atraviesa la pared de la semilla y termina cuando el primer par de hojas verdaderas comienza el proceso de la fotosíntesis. Las tres etapas intermedias son cuando la raíz primaria, que se llama la radícula, desarrolla pelos radicales, los primeros brotes jóvenes emergen del suelo y el primer par de hojas verdaderas se forma para comenzar a fabricar alimentos para la planta.
La germinación exitosa depende de varios factores que ocurren en armonía unos con otros. La semilla primero debe ser viable, o estar viva, y en la mayoría de los casos, debe haber sufrido un período de bajas temperaturas. Este proceso se llama estratificación. Cuando está presente la combinación correcta de agua y calor, la capa de la semilla se rompe, lo que permite que emerja la radícula. Esta raíz inicial también sirve para anclar la plántula al suelo, de modo que pequeñas cantidades de agua y viento representan una amenaza menor para su supervivencia.
Después de que la radícula desarrolla pequeños pelos radicales que comienzan a tomar nutrientes del suelo, el primer brote, llamado la plánula, emerge del suelo. La plánula contendrá dos cotiledones, que no son hojas verdaderas sino material fotosintético que se forma realmente durante el período embrionario. Los cotiledones son más grandes que las hojas verdaderas y sirven para fotosintetizar la mayor cantidad de energía posible para la planta en crecimiento. Cuando los cotiledones comienzan a hacerse más pequeños y se vuelven amarillos, las primeras hojas verdaderas comienzan a emerger de la plómula.
Poco después de que emerjan las verdaderas hojas, los cotiledones se marchitarán y caerán de la planta. La germinación se completa cuando las nuevas hojas comienzan a fotosintetizar la energía del sol para promover el crecimiento de la planta.