El guepardo está en peligro debido a una combinación de debilidades genéticas y los efectos adversos de un hábitat en disminución. La especie también ha sido diezmada por los agricultores que buscan proteger sus rebaños.
Si bien la velocidad es el mayor activo del guepardo, también puede poner al animal en riesgo. Durante una persecución a alta velocidad de su presa, el guepardo puede alcanzar velocidades de hasta 70 millas por hora. Esto deja al animal agotado y vulnerable al ataque. El guepardo es un tímido defensor de su familia y presa. Debido a que corren cuando son amenazados en lugar de pelear, los guepardos pierden gran parte de los alimentos que matan a las especies más agresivas.
Los guepardos jóvenes corren un gran riesgo cuando su solitaria madre guepardo los deja solos para cazar, y relativamente pocos cachorros sobreviven hasta la edad adulta. Dado que no tienen un paquete en el que confiar, incluso una lesión bastante menor puede tener consecuencias devastadoras.
Los esfuerzos de conservación no han podido eliminar completamente los efectos adversos de la caza furtiva en el animal. Incluso en cautiverio, la reproducción exitosa ha demostrado ser un desafío ya que los guepardos sufren de altas tasas de mortalidad infantil. El hábitat del guepardo continúa disminuyendo a medida que los agricultores utilizan más de su territorio para la producción de cultivos.