Identificar rápidamente los errores y alterar el comportamiento en consecuencia requiere menos tiempo y energía que negar errores o revolcarse en ellos. Los cerebros de las personas que creen que aprender de los errores es importante son más eficientes que los cerebros de las personas que no reconocen los errores. La investigación en psicología clínica sugiere que la forma en que las personas ven los errores dictan qué tan bien y con qué frecuencia las personas aprenden y progresan.
El reconocimiento de los errores requiere creer en la idea de que la perfección no es posible. La culpa, la negación, la autocompasión y la ignorancia son contraproducentes para el reconocimiento. Analizar los errores en lugar de cuantificarlos evita que las personas pongan excusas por sus errores. Identificar las razones válidas de los errores difiere de hacer excusas. La lluvia de ideas después de los errores ayuda a las personas a identificar los aspectos clave de una acción fallida en lugar de excusar las acciones.
Para crear la mejor oportunidad de reconocimiento y aprendizaje, es importante alejarse del error, física o mentalmente. El análisis de los errores es más fácil cuando las emociones que siguen inmediatamente a los errores están fuera de la ecuación. Las técnicas de manejo de la ira, como la respiración profunda y la escritura de diarios, son útiles y conducen al reconocimiento y al aprendizaje. Hablar con otros también ayuda a las personas a resolver las críticas después de cometer un error. Al igual que otros procesos cerebrales, aprender de los errores mejora y se vuelve más fácil con la práctica y la repetición. A pesar de la tendencia humana a evitar errores, el reconocimiento oportuno de ellos es una de las mejores maneras de reducir su frecuencia.