El agar es un excelente agente solidificador debido a su estabilidad a temperaturas más altas. En microbiología, el agar es útil como medio de crecimiento para organismos que crecen a altas temperaturas, y también se puede usar para organismos que prosperan bajo temperaturas más bajas, como los hongos.
Muy pocos microorganismos pueden subsistir fuera del agar, lo que aumenta aún más su utilidad. En comparación, los sustratos como la gelatina son comúnmente utilizados por los microorganismos como alimento, lo que reduce su efectividad. Las algas Rhodophyta se utilizan en la producción de agar. Cuando se hierven, sus paredes celulares liberan polisacárido agarosa, la sustancia química que forma el agar cuando se mezcla con agaropectina. El agar generalmente está disponible en forma de polvo y se mezcla con agua y nutrientes para crear una superficie ideal para el estudio microbiano.
En la cocina, el agar es un sustituto vegetal de la gelatina, donde se puede usar para hacer budines, gelatinas y natillas. El alto contenido de fibra del agar le permite funcionar como una ayuda de regularidad. Cuando se ingiere, el agar absorbe una cantidad significativa de agua, lo que significa que también se puede usar como un suplemento dietético. Los otros usos de Agar incluyen plastilina, impresiones dentales, granjas de hormigas y puentes de sal. Fue descubierto en Japón alrededor de 1658 por Minoya Tarozaemon, quien desechó la sopa de algas y la encontró congelada a la mañana siguiente debido al frío extremo de la noche anterior.