A los perros les gusta morder los huesos por muchas razones, como aliviar el aburrimiento y la ansiedad, satisfacer la necesidad de masticar y acceder a la médula ósea nutritiva. Sin embargo, los perros carecen de los dientes aplastantes de los huesos presentes en sus antepasados de lobo, por lo que la masticación de huesos habitual puede moler y dañar los dientes de los perros.
Como resultado de la adaptación evolutiva, los perros no poseen dientes que trituren huesos y, en consecuencia, los veterinarios generalmente no recomiendan que los dueños les den a sus perros huesos reales para que los mastiquen. Además del riesgo de daño en los dientes por la masticación habitual del hueso, existe el peligro adicional de que el hueso se astille, lo que puede dañar gravemente el sistema digestivo de un perro.
Las alternativas a los huesos reales, como los masticables a base de nylon, cuero crudo o almidón, permiten que un perro satisfaga la necesidad de masticar, alivie el aburrimiento y la ansiedad y limpie la placa que se ha acumulado en los dientes. Ya que los perros domésticos generalmente tienen acceso a comidas nutritivas, no hay ninguna razón para que el perro mastique un hueso real para satisfacer sus necesidades nutricionales diarias.