Las aves no tienen dientes o huesos maxilares de la mandíbula como otros vertebrados. En cambio, tienen un par de mandíbulas cubiertas por una vaina córnea de queratina.
La ausencia de dientes y huesos pesados de la mandíbula ayuda a reducir el peso anterior de las aves. Si los pájaros tuvieran dientes, no podrían mantener una postura eficiente durante el vuelo. El sistema digestivo de un ave se adapta a esta falta de dientes. Tienen un segundo estómago conocido como la molleja, que muele los alimentos. La posición y el peso de la molleja también contribuyen al vuelo, ya que reduce el centro de gravedad del ave.