Los grillos de Jerusalén, también conocidos como chinches de papa, pueden morder a los humanos, pero no liberan ningún veneno venenoso. Los grillos de Jerusalén suelen morder cuando se sienten amenazados. Afortunadamente, sus cuerpos no contienen glándulas para producir toxinas dañinas.
Aunque son bastante inofensivos, los grillos de Jerusalén son imponentes debido a su gran tamaño, que oscila entre 1 y 2,5 pulgadas. Los adultos tienen cuerpos sin alas de color marrón o amarillo, y hacen un ruido de silbido distinto. Las personas deben evitar atacar o recoger los grillos de Jerusalén siempre que sea posible porque tienen mandíbulas fuertes y fuertes que pueden infligir una mordida dolorosa. Ya sea en interiores o al aire libre, los grillos de Jerusalén intentan mantenerse alejados de los humanos escondiéndose debajo de la tierra, debajo de rocas y troncos, y en los rincones oscuros de las casas.