Los glóbulos blancos tienen un núcleo, pero los glóbulos rojos no. Los glóbulos blancos protegen al cuerpo de enfermedades e infecciones.
Hay cinco tipos de glóbulos blancos, que se dividen en dos clases principales. Los granulocitos constituyen la primera clase y están formados por neutrófilos, eosinófilos y basófilos. Los neutrófilos tienen un núcleo multilobulado, lo que significa que tiene más de dos lóbulos. Los eosinófilos son bilobulados, lo que significa que tienen solo dos lóbulos y los basófilos pueden tener un núcleo bilobulado o trilobulado. Los granulocitos se caracterizan por la presencia de gránulos en el citoplasma de la célula, que es la sustancia que rodea el núcleo.
Los agranulocitos, o leucocitos mononucleares, constituyen la segunda clase de glóbulos blancos. Esta clase consiste en linfocitos y monocitos. Un linfocito tiene un núcleo excéntrico, mientras que un monocito tiene un núcleo en forma de riñón. Los agranulocitos no tienen gránulos en el citoplasma, y el núcleo rara vez tiene lóbulos.
El núcleo en las células blancas de la sangre juega un papel importante, principalmente porque contiene información genética importante. Dado que estas células no tienen hemoglobina, la proteína roja que se encuentra en los glóbulos rojos, se consideran "blancas" y así se acuñó el nombre. Los glóbulos blancos vienen en diferentes tamaños, y el tamaño depende del tamaño y la función del núcleo.