Albert Einstein rechazó la religión organizada y nunca declaró creer en "Dios" o dioses, pero tampoco proclamó ser un ateo. Mientras fue criado en una casa judía secular padres practicantes, tenía creencias espirituales similares al agnosticismo o al panteísmo.
Aunque Einstein rechazó la religión, también rechazó la certeza del ateísmo. Hizo hincapié en la humildad con respecto a los límites de la comprensión humana, un punto de vista que puede parecer irónico si se considera que es uno de los más grandes pensadores de la historia humana.
De niño, Einstein pudo haber tenido creencias religiosas, pero las perdió con el tiempo. En su autobiografía, señala que el pensamiento científico lo alejó en gran medida de la religión, ya que la comprensión científica hace que las historias bíblicas parezcan totalmente inverosímiles.