El suelo consta de aproximadamente 45 por ciento de minerales, 5 por ciento de materia orgánica, 20 a 30 por ciento de aire y 20 a 30 por ciento de agua. Los minerales del suelo ayudan a mantener las plantas en su lugar, mientras que la materia orgánica proporciona los nutrientes esenciales que necesitan las plantas para el crecimiento.
Las partículas minerales sólidas que se encuentran en el suelo incluyen arena, limo y arcilla. Las arenas son las partículas más grandes, mientras que las arcillas son las partículas más pequeñas. Las partículas de limo tienen un tamaño mediano y una textura fina y suave cuando están secas. Las arcillas generalmente se agrupan en una masa pegajosa cuando los grupos húmedos y duros se secan, mientras que las arenas tienen una textura arenosa y no se pegan unas con otras. Estos minerales liberan lentamente nutrientes en formas que las plantas pueden consumir.
La materia orgánica contiene restos de plantas y animales parcialmente descompuestos, así como compuestos orgánicos creados durante la descomposición. El agua desempeña un papel vital en la entrega de diversos nutrientes para el crecimiento de las plantas. Sin embargo, las plantas no pueden adquirir todo el contenido de agua en los suelos. La cantidad de nutrientes que las plantas pueden obtener depende del tamaño de los poros de las plantas y de la cantidad de agua disponible. El resto de los poros contienen aire del suelo, que se compone de una mezcla de gases que es similar a los gases que se encuentran en la atmósfera.