La duración media de las erupciones registradas es de siete semanas, según la Universidad Estatal de Oregón; sin embargo, pueden continuar por miles de años. El volcán hawaiano Kilauea es un ejemplo de una erupción de larga duración. Ha estado en erupción continuamente desde 1983.
Según Penn State, los volcanes hacen erupción hasta que la fusión dentro de la cámara de magma se agota o la presión del gas disminuye hasta un punto en el que ya no busca rutas de escape. Como la fusión se produce continuamente dentro de los volcanes, pueden continuar en erupción mientras persista la presión del gas. Las erupciones duraderas pueden causar estragos en los ecosistemas locales y la civilización humana.