Según la Asociación Mundial del Carbón, los usos principales del carbón son la generación de electricidad, la creación de combustible líquido, la producción de acero y la fabricación de cemento. Hay dos tipos principales de carbón: térmico Carbón y carbón metalúrgico. El carbón térmico se utiliza para aplicaciones de combustible y electricidad, mientras que el carbón metalúrgico es más adecuado para aplicaciones de fabricación y químicas.
A partir de 2014, el 42 por ciento de la electricidad mundial proviene del carbón, lo que convierte a la industria eléctrica en el mayor consumidor de carbón del mundo. Los hornos de carbón calientan el agua en vapor, lo que convierte las turbinas eléctricas para generar corriente eléctrica. En algunos casos, los procesadores también pueden convertir carbón térmico en un combustible líquido como alternativa al gas natural u otros productos derivados del petróleo. El carbón metalúrgico es el más utilizado por la industria del acero, ya que el 70 por ciento de la producción mundial de acero depende del carbón. Además, el carbón se abre camino en muchos productos diferentes, como la fibra de carbono que fortalece todo, desde cuerpos de automóviles hasta materiales de construcción. Otro uso del carbón es la creación de carbón activado, un componente importante de los sistemas de filtración de aire y agua. El alquitrán de carbón refinado y otros subproductos del carbón también se encuentran en una amplia variedad de productos químicos y farmacéuticos.