Los defensores de la caza de ballenas afirman que las ballenas son una parte importante de la dieta y la cultura alimentaria de sus naciones y que la población de algunas especies de ballenas se encuentra en un nivel sostenible para permitir la caza comercial de ballenas. Los opositores de la caza de ballenas insisten en que algunas especies de ballenas están en peligro de extinción, que los métodos de la caza de ballenas son crueles, que las ballenas son muy inteligentes y que la observación de ballenas es una industria más lucrativa que la caza de ballenas.
Las ballenas clasificadas como en peligro de extinción o vulnerables incluyen ballenas azules, ballenas grises, ballenas de aleta, ballenas francas del Pacífico Norte, ballenas de sei y cachalotes. Las ballenas se matan con arpones que explotan dentro de sus cuerpos, a veces toman horas para matarlos. Algunos científicos señalan que las ballenas tienen cerebros grandes y células cerebrales presentes solo en especies con gran inteligencia. Los economistas afirman que la observación de ballenas es una industria de miles de millones de dólares que genera muchos más ingresos que la caza de ballenas, explica Whale and Dolphin Conservation.
Aunque en 1986 la Comisión Ballenera Internacional impuso una prohibición a la caza comercial de ballenas, Japón, Noruega e Islandia continúan cazando ballenas. Japón afirma que comer carne de ballena es parte de la tradición japonesa y elude la prohibición alegando que la caza de ballenas que realiza es para investigación científica. En marzo de 2014, la Corte Internacional de Justicia ordenó a Japón detener la caza de ballenas en los mares del sur, aunque continúa cazando en el Pacífico norte. Noruega desafía la prohibición y continúa cazando después de presentar una objeción formal. Islandia abandonó la CBI en 1992 y se reincorporó en 2002, haciendo una reclamación impugnada de que tiene una reserva a la prohibición de la caza de ballenas.