Un ejemplo destacado de aprendizaje implícito, o la capacidad de entender sin poder explicar verbalmente, es la decodificación de señales en las interacciones sociales. Las personas a veces pueden juzgar las personalidades de otros sin comprometerse en una conversación prolongada debido a su comprensión implícita de los comportamientos humanos regulares.
El aprendizaje implícito es crucial para el desarrollo de las habilidades motoras y lingüísticas en los niños, que no nacen capaces de explicarse por sí mismos. Un bebé aprende a gatear, caminar, decir sus primeras palabras en un idioma nativo y reconocer a los cuidadores sin comprender ninguno de los pasos involucrados en estos procesos. Un ejemplo de aprendizaje implícito posterior es con atletas dotados, que a veces son capaces de ejecutar un lanzamiento o un juego en particular sin poder explicar sus técnicas.
Más común para los adultos es la memoria implícita: conocimiento sobre el que se actúa sin conciencia consciente. Abundan los ejemplos de memoria implícita. Conducir, tocar un instrumento musical, andar en bicicleta, hablar el idioma nativo y preparar una receta familiar son todos ejemplos de memoria implícita en el trabajo. La memoria implícita permite a los adultos enfocarse en procesos mentales complejos, como la resolución de problemas, mientras que los procesos mentales más rutinarios pueden permanecer activos sin requerir atención consciente.