Los recursos no renovables, como el agua subterránea o los combustibles fósiles, son recursos que se utilizan a una tasa mayor que la tasa a la que se pueden reponer dentro de un marco de tiempo humano. El carbón, por ejemplo, es solo se crea bajo ciertas condiciones, y se necesitan millones de años para lograr una forma que sea útil para la generación de energía.
El aceite es similar al carbón en que está formado por depósitos de materia orgánica, mantenidos en condiciones anaeróbicas o sin oxígeno, durante períodos de tiempo muy largos. Los depósitos de petróleo no están siendo establecidos en la era moderna, o se están estableciendo a una velocidad tan lenta que el consumo humano supera con creces la capacidad del medio ambiente para reponer el suministro.
Otros recursos no renovables se recargan en una escala de tiempo más corta que el petróleo o el carbón, pero aún se consideran no renovables porque el consumo humano es lo suficientemente alto como para imponer un drenaje neto a pesar de una recarga más rápida. Los acuíferos subterráneos caen en esta categoría, ya que la habitación humana normalmente extrae agua de fuentes naturales más rápido que la lluvia y la escorrentía pueden llenarla de nuevo.
La energía eólica y solar, así como la madera gestionada de manera sostenible, se consideran recursos renovables. Esto se debe en parte a sus altas tasas de recarga y bajos niveles de explotación.