La lluvia trae una multitud de beneficios a la tierra, que incluyen el riego de plantas y cultivos silvestres, la humidificación del aire, la creación de corrientes y ríos, la reposición del nivel freático y la creación de iones negativos saludables. El beneficio de la lluvia es su redistribución de agua dulce en el ciclo del agua.
La lluvia se forma cuando el agua que se evapora de los océanos, el agua dulce y las masas terrestres se condensa en el aire alto y frío, formando nubes. Estas nubes liberan la lluvia, que rehidrata la tierra y el aire. El agua se almacena en el nivel freático, la parte de la corteza terrestre en la que las rocas y el suelo están constantemente saturados de agua. El agua que no se puede almacenar en el nivel freático se convierte en escorrentía, que alimenta los arroyos y los ríos y, en última instancia, el océano. En resumen, la lluvia entrega agua en cantidades masivas a donde se necesita para sustentar la vida.
Las plantas extraen el agua que necesitan para procesar la luz solar en alimentos de la tierra que han sido saturados con agua de lluvia, y los animales sobreviven con esas plantas hidratadas, así como con el agua estancada y corriente que la lluvia produce. La lluvia enfría el aire que ha sido recalentado por la luz solar, rehidratando las hojas y los pastos secos y alimentándolos. Soporta peces de agua dulce y anfibios manteniendo ríos, arroyos y pantanos llenos.
Los humanos han encontrado otros usos para la lluvia. El agua corriente, en parte alimentada por la lluvia, se utiliza para crear energía hidroeléctrica, y los científicos están estudiando los rayos naturales producidos por el agua de lluvia para determinar cómo se puede aprovechar y almacenar su energía. Los científicos también están buscando formas de producir lluvia mediante la siembra de nubes.