La escucha activa y las técnicas relacionadas de clarificación, reflexión, paráfrasis y resumen son algunas de las técnicas más básicas para la relación de consejería. La escucha activa requiere que el consejero se comprometa completamente con el cliente escuchando significado de lo que el cliente está diciendo, hablando solo para asegurarse de que entiende lo que oye. Las preguntas aclaratorias proporcionan los medios para asegurar la comprensión y también brindan una oportunidad para que el cliente explique y explore un tema.
La reflexión es una técnica mediante la cual el consejero replantea el mensaje del cliente al reflejar los sentimientos dentro del mensaje. La reflexión proporciona una oportunidad para que el cliente reconozca y enfrente los sentimientos detrás de las palabras habladas. Cuando el consejero parafrasea o repite lo que el cliente está diciendo, pero con palabras diferentes y mezcladas con la comprensión del consejero, la intención es permitirle al cliente enfocarse y procesar más claramente el significado de lo que ha dicho. Al resumir, el consejero revisa los puntos clave de lo que el cliente ha dicho durante la sesión de asesoramiento, lo que permite al consejero y al cliente juntos identificar los temas y revisar el progreso.
Una consideración básica en la escucha activa es el lenguaje corporal, como las expresiones faciales y la colocación de brazos y piernas. El consejero debe considerar cuál es su propio lenguaje corporal lo que transmite al cliente, así como el lenguaje corporal del cliente. Los brazos cruzados sobre el pecho, evitar el contacto visual o alejarse del consejero, transmiten información significativa. La disposición del mobiliario, la iluminación, la temperatura y otros elementos del espacio de asesoramiento también son consideraciones básicas de asesoramiento que pueden afectar directamente el sentido de seguridad del cliente y fomentar o impedir la creación de confianza.