El significado principal de la Revolución Francesa fue que eliminó el poder de un pequeño grupo de gobernantes de élite y estableció un liderazgo democrático que representa a la ciudadanía francesa. Al igual que la Revolución Americana que la precedió, La Revolución francesa se centró en eliminar el gobierno imperial.
La Revolución Francesa estalló en 1789 en respuesta a los intentos de aumentar los impuestos a los ciudadanos para cubrir las deudas contraídas por el gobierno. Francia había invertido fuertemente en la Revolución Americana, y el rey Luis XVI mal administró las finanzas del país. Como resultado, Francia estaba al borde de la bancarrota y desesperada por encontrar maneras de aumentar los ingresos. El impuesto de infracción estaba programado para aplicarse a todos los ciudadanos. Para frenar la indignación pública, el gobierno convocó a una reunión de representantes de los "tres estados" de Francia: el clero, la nobleza y la clase media.
Cuando se convocó esta reunión, al Tercer Estado se le negó el derecho a votar sobre las propuestas. Sin embargo, este grupo representó casi el 98 por ciento de la población de Francia. Los representantes celebraron una reunión en una cancha de tenis cercana e hicieron el Juramento de la cancha de tenis, en el que denunciaron el sistema gubernamental actual. Esto llevó a revueltas y una guerra civil absoluta.
La guerra se centró en las clases más bajas insistiendo en la representación igualitaria en el gobierno. Esta revolución fue excepcionalmente sangrienta y las ejecuciones públicas de funcionarios del gobierno se convirtieron en algo común. A pesar de la discordia generalizada y los objetivos a menudo conflictivos, finalmente se formó un nuevo gobierno democrático y se redactó y ratificó una nueva constitución.