El plan económico de Alexander Hamilton consistía en establecer un banco nacional, imponer impuestos a los individuos y al gobierno federal asumiendo la totalidad de la deuda nacional, incluida la deuda de cada estado individual. También quería que el país se volviera más hacia Fabricación e industria que agricultura, que era la forma de vida actual durante ese tiempo. El plan no estuvo exento de controversia, y el banco nacional fue, en cierto momento, considerado inconstitucional.
El banco nacional que Alexander Hamilton propuso debía seguir el modelo del Banco de Inglaterra. Este banco estaría a cargo de supervisar los ingresos fiscales de la nación, retener el dinero del gobierno y otorgar préstamos al gobierno, así como a aquellos que querían pedir dinero prestado a los Estados Unidos. Muchos sintieron que su plan alentaría la corrupción. James Madison consideró que el plan para un banco nacional era inconstitucional porque no había disposiciones que concedieran al Congreso la autoridad para crear una institución bancaria. Hamilton redactó la doctrina de "poderes implícitos" que esencialmente se hizo cargo de la acusación inconstitucional. Fue un documento que otorgó al Congreso el poder de crear lo que necesitaban para que pudieran cumplir con sus deberes constitucionales.
Thomas Jefferson luchó contra Alexander Hamilton por la parte industrial del plan porque sentía que la gente de la nación debería ser más dependiente de sí misma.