La simbiosis se define como una relación a largo plazo o cercana entre dos o más organismos de diferentes especies. Por lo tanto, la relación entre E. coli (Escherichia coli) y los humanos se puede describir como mutualista. Esto significa que tanto la E. coli como su huésped humano se benefician de las bacterias que residen en el tracto intestinal.
El cuerpo humano proporciona a E. coli un entorno de vida seguro, cerrado y cómodo en el que las bacterias reciben los nutrientes necesarios para la reproducción y el crecimiento, y realizan varias funciones necesarias. E. coli, a su vez, hace posible que los humanos absorban nutrientes vitales, incluida la vitamina K, a través del colon. Por esta razón, se considera un organismo esencial en el cuerpo humano.
Mientras que los humanos y E. coli mantienen una relación simbiótica en la cual E. coli habita en el intestino, algunas cepas de la bacteria, específicamente E. coli O157: H7, pueden causar enfermedades graves e incluso la muerte cuando se ingieren. E. coli puede vivir de forma independiente fuera de un huésped si las condiciones son adecuadas, al acecho en materia fecal, en ambientes cálidos o en productos mal lavados. Los efectos negativos de E. coli en los seres humanos tienen tres manifestaciones principales: infecciones del tracto urinario, meningitis neonatal y gastroenteritis, ninguna de las cuales es placentera y algunas de ellas pueden llegar a ser mortales.