Los hongos están estructurados en filamentos llamados hifas, que están formados por cadenas de células y separados unos de otros por tabiques o muros de cruz. Muchas de estas hifas agrupadas forman un micelio.
Los tabiques, o muros cruzados, entre cada filamento están llenos de poros, lo que permite el flujo y transporte de nutrientes a través del hongo. Aunque la mayoría de los hongos están formados por filamentos de hifas que forman una estructura de micelio, las hifas coenocíticas están separadas por muros.
Una célula fúngica se compone de un núcleo y orgánulos. Al igual que las plantas, las células de los hongos están rodeadas por paredes celulares, pero las paredes celulares no tienen cloroplastos, que son las unidades en las que ocurre la fotosíntesis, porque los hongos no producen alimento del sol. Las paredes celulares se componen de cuatro componentes: quitina, glucanos, proteínas y melanina. La quitina se compone de hebras de azúcar unidas para formar un patrón fuerte en la pared. Los glucanos también están hechos de azúcar en condiciones de servidumbre, pero tienen una forma más flexible. La melanina ayuda a fortalecer la pared celular y protege al hongo del daño solar. Algunas de las proteínas mantienen el agua dentro de las células, protegiendo al hongo de la deshidratación.