La gestión de la conducta es un proceso que guía a las personas a cambiar sus acciones dentro de un contexto específico. La gestión de la conducta generalmente se usa para cambiar las conductas y hábitos negativos, como los que ocurren en la educación y la salud mental. El proceso implica identificar el comportamiento negativo, aumentar la conciencia sobre comportamientos alternativos, cambiar el entorno para reducir el comportamiento negativo y ofrecer un refuerzo positivo para fomentar comportamientos alternativos.
Los padres usan técnicas de manejo del comportamiento para alterar el comportamiento de los niños en el hogar. Los padres comienzan identificando factores que hacen que sea más probable que ocurra un comportamiento negativo. Estos factores se denominan factores desencadenantes, y su identificación es un paso importante en la gestión del comportamiento. La segunda parte de la gestión del comportamiento se refiere a los comportamientos en sí mismos. Esto requiere que el individuo identifique qué conductas desea fomentar y qué conductas debe desalentar. Identificar las consecuencias de los comportamientos negativos es el paso final en la gestión básica del comportamiento.
La administración del comportamiento es más difícil cuando una persona tiene una condición subyacente que causa un comportamiento negativo. Los niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad tienen más probabilidades de portarse mal que otros niños sin TDAH. El proceso de manejo del comportamiento funciona de la misma manera, excepto que se pone más énfasis en recompensar el buen comportamiento y castigar el mal comportamiento. Los expertos dicen que un enfoque ideal para el manejo del comportamiento de los niños se centra en las soluciones y en lo que el niño ya está haciendo con éxito en lugar de detenerse en los comportamientos negativos.