Dependiendo de la especie, los insectos pueden reproducirse ya sea sexual o asexualmente. La reproducción sexual requiere un huevo de una hembra y un esperma de un macho. El esperma fertiliza el óvulo, que reside en la hembra a través de su término para incubar insectos cuando la etapa de crecimiento y desarrollo está completa.
Sin embargo, otros insectos se reproducen asexualmente, lo que implica el crecimiento y desarrollo independientes de un óvulo no fertilizado sin la ayuda del esperma. Los insectos tienen órganos reproductivos similares a los vertebrados y los mamíferos de sangre caliente. Los machos, al igual que otros seres que se reproducen sexualmente, tienen testículos que producen esperma, mientras que las hembras tienen un par de ovarios que producen óvulos. La mayoría de los insectos se reproducen usando reproducción sexual o asexual, pero algunas especies se reproducen alternando entre esos dos tipos de reproducción. Esto es común en especies que producen menos cantidad de descendientes a la vez y aquellas que enfrentan mayores volúmenes de amenazas externas de depredadores y peligros ambientales. Además de alternar entre los tipos de reproducción, algunas especies pueden producir una generación de solo machos seguidos por una generación de hembras. En última instancia, este fenómeno ayuda a garantizar un equilibrio adecuado de los géneros dentro de una población, lo que permite que el crecimiento futuro de la población con la especie tenga lugar a través de la reproducción sexual.