Si bien la presión arterial y la frecuencia del pulso pueden aumentar juntas, no existe una correlación confiable entre las dos lecturas, según la Clínica Cleveland. Sin embargo, la presión arterial alta y una alta frecuencia del pulso son factores de riesgo para problemas cardíacos.
Cuando la frecuencia del pulso de alguien aumenta, los vasos sanguíneos sanos se agrandan para permitir que la sangre circule fácilmente por todo el cuerpo, explica la American Heart Association. El ejercicio intenso podría causar un aumento moderado de la presión arterial pero duplicar fácilmente la frecuencia del pulso.
La frecuencia del pulso objetivo es de 60 a 100 latidos por minuto, mientras que la presión arterial óptima es de 120/80 milímetros de mercurio, según la Clínica Cleveland. La baja frecuencia del pulso y la presión arterial baja pueden indicar que una persona está en una forma física fantástica o, especialmente en los ancianos, podría ser un signo de un problema de salud. Un médico busca otros síntomas, como fatiga o debilidad, y el historial médico de una persona antes de decidir si su presión arterial y pulso son aceptables.
Las personas preocupadas por su riesgo de enfermedad cardíaca deben medir tanto su frecuencia cardíaca como su presión arterial, afirma la Clínica Cleveland. Sin embargo, algunos pacientes, como los diagnosticados con fibrilación auricular, deben priorizar su frecuencia cardíaca. Otros pacientes pueden priorizar su presión arterial porque es un mejor indicador del riesgo de desarrollar otros tipos de enfermedades cardíacas.