La cocción está relacionada con la química porque la preparación de muchos tipos de alimentos implica reacciones químicas. Cuando los cocineros entienden cómo funcionan los procesos químicos durante la cocción, pueden hacer ajustes y producir mejores alimentos.
Cuando las galletas se hornean, ocurren varias reacciones químicas. Por ejemplo, cuando las galletas alcanzan los 212 grados Fahrenheit, el agua en ellas se convierte en vapor. Esto se escapa a través de la masa, inflando las galletas. El bicarbonato de sodio y el polvo para hornear se descomponen y forman dióxido de carbono, lo que hace que las galletas aumenten aún más. El polvo para hornear, en particular, produce dióxido de carbono durante la mezcla y el horneado, por lo que el ajuste de la cantidad de este agente leudante permite que el cocinero modifique la densidad de una cocinera.
Al cocinar carne, ayuda a comprender la composición del producto crudo. La carne típica es alrededor del 75 por ciento de agua, 20 por ciento de proteínas y 5 por ciento de grasa. Durante la cocción, gran parte del agua se escapa de la carne, y es por eso que se encoge. La cocción excesiva elimina demasiada agua.
Los granos de palomitas de maíz son aproximadamente 13.5 por ciento de agua, que hierve y se convierte en vapor de agua cuando se calienta. Como el vapor no puede escapar fácilmente de los cascos sellados del núcleo, la presión aumenta. A unos 356 grados Fahrenheit, el núcleo explota. Si el contenido de agua no es correcto, o si el casco está dañado, el núcleo no se abrirá correctamente.