Los leones marinos son amenazados principalmente por las ballenas asesinas y los tiburones y, con pocos mecanismos de defensa naturales, intentan escapar de estos depredadores saliendo del agua y la tierra lo más rápido posible. Los leones marinos son nadadores más rápidos que sus dos depredadores naturales y, si están sanos, bien desarrollados y conscientes de la amenaza, pueden evadirlos con facilidad.
Sin embargo, los humanos son mucho más peligrosos para los leones marinos que las ballenas asesinas y los tiburones. Las personas cazan lobos marinos en busca de alimento, grasa, aceite y piel. Los animales también se matan para evitar que compitan con los pescadores que no solo quieren conservar sus capturas, sino que también quieren proteger sus redes de pesca del daño que causan los leones marinos. A fines del siglo XIX, los gobiernos permitieron que las personas mataran leones marinos por una recompensa como método de control de la población.
Los leones marinos no tienen defensas contra los humanos, y su población solo está aumentando debido a los esfuerzos de los grupos de conservación que trabajan con varios gobiernos para aprobar leyes que los protejan. Sin embargo, estas leyes no son mundiales. En términos de estado de conservación, los leones marinos se describen como vulnerables, con planes de recuperación redactados y listos para ser implementados. A partir de 2014, las interacciones con las operaciones de pesca comercial, el entrelazamiento de escombros y redes, los derrames de hidrocarburos y las perturbaciones humanas siguen dañando a las poblaciones de leones marinos.