Las actitudes positivas y negativas generalmente se forman directamente como resultado de la experiencia y observación personal. Mantener una actitud implica creencias y sentimientos personales, así como la conformidad con las normas sociales.
Los psicólogos describen las actitudes como inclinaciones aprendidas para evaluar las cosas de cierta manera. La experiencia personal y la observación contribuyen en gran medida al desarrollo de actitudes. Sin embargo, la formación de actitudes también está influenciada por los roles sociales y las normas sociales. Los roles sociales pertenecen a las formas en que se espera que los individuos se comporten en roles o entornos específicos. Las normas sociales forman las reglas de la sociedad en términos de qué acciones se consideran aceptables o deseables.
La formación de actitudes tiene componentes emocionales, cognitivos y de comportamiento. Los componentes emocionales se refieren a cómo se siente una persona hacia una persona, objeto o tema. Los componentes cognitivos se relacionan con los pensamientos y creencias. Los componentes de comportamiento reflejan cómo la actitud influye en el comportamiento.
Dr. Richard W. Scholl, profesor de la Universidad de Rhode Island, afirma que las actitudes son las "carpetas mentales" donde se almacenan los objetos de actitud (percepciones, creencias, sentimientos y expectativas sobre los entornos). Las actitudes se mantienen en ausencia de disonancia cognitiva, un estado de estrés psicológico causado por pensamientos inconsistentes. La exposición posterior de una persona a la misma experiencia y entorno que estableció una actitud es, por lo tanto, más probable que refuerce la actitud que a cambiarla.