Las plantas extraen carbono del aire a través de la fotosíntesis, el proceso de convertir la luz en energía eléctrica y química. Posteriormente el carbono se transfiere a los animales que se alimentan de las plantas.
El carbono es un elemento esencial que necesitan los seres vivos para sobrevivir. Grandes cantidades de carbono forman las partes sólidas de los organismos. El carbono circula en el medio ambiente a través del ciclo del carbono. Las plantas adquieren carbono en forma de dióxido de carbono, que se combina con la luz, el agua y los minerales para producir carbohidratos para el crecimiento de las plantas. A través de la fotosíntesis, las plantas liberan oxígeno, que sostiene la vida animal. El carbono regresa a la atmósfera cuando las plantas y los animales muertos se descomponen.
Cuando los restos de plantas y animales no se descomponen por completo, se entierran en el suelo, particularmente debajo de los océanos y mares donde la arena entierra organismos muertos. El carbono en estos remanentes queda atrapado debajo de la superficie de la Tierra. Se acumula durante millones de años y se convierte en combustibles fósiles. Los humanos queman combustibles fósiles para generar energía y proporcionar energía a las comunidades.
El carbono atrapado regresa gradualmente a la atmósfera a través de la erosión de la roca. Este proceso mantiene un equilibrio entre la cantidad de carbono atrapado en la Tierra y la cantidad de carbono liberado en el aire. Es esencial mantener este equilibrio al evitar el consumo excesivo de combustibles fósiles que excede la cantidad de carbono almacenado en la Tierra.