Las mariquitas necesitan aire, como los humanos, pero a diferencia de los humanos, no tienen pulmones. En cambio, toman aire a través de pequeñas aberturas en los lados de su abdomen y tórax, llamadas espiráculos. La distribución de oxígeno en los cuerpos de las mariquitas también difiere de la de un cuerpo humano, porque el oxígeno no se transporta en la sangre de la mariquita.
Las mariquitas usan sus espiráculos expandiendo los músculos de sus abdómenes. Esto permite que el aire se precipite a través de los pequeños agujeros. Cuando la mariquita tiene suficiente aire, contrae los músculos de su abdomen y cierra los espiráculos.
A continuación, el aire se difunde a través del cuerpo de la mariquita. Las mariquitas tienen tráquea, pequeños tubos que transportan el aire, igual que las personas. Estas tráqueas no se encuentran en los pulmones. En su lugar, el aire se absorbe en células especializadas, que pueden transferirlo a otras células que necesitan oxígeno.
Debido a la forma especializada en que toman el aire, las mariquitas pueden mantenerse vivas en el agua por un momento cerrando sus espiráculos y ralentizando su metabolismo. Sin embargo, estos insectos no se han adaptado para poder vivir bajo el agua durante largos períodos de tiempo.
Muchos otros insectos también respiran usando espiráculos, al igual que las mariquitas.